lunes, 10 de noviembre de 2008


El eco
de las dulces alas
del pasado noviembre,
sede a el arrullo de la gota
diminuta,
persistente,
suavizando la noche,
alejando los propios demonios.

La noche arropa en su ternura
los padres nuestros que se adormecen en los labios,
entonces las gotas,
afanadas por mi paz,
en un encantamiento,
se acercan,
dejando su llanto en mis ventanas.

Se deshiela la noche
en su ritual de lunas desposadas
y debajo de mis pies
el sol se va expandiendo
hasta tus ojos.

luna