Fragmento de Un Tal Lucas
Julio Cortazar
Lucas, sus sonetos
Con la misma henchida satisfacción de una gallina, de tanto en tanto
Lucas pone un soneto. Nadie se extrañe: huevo y soneto se parecen por lo
riguroso, lo acabado, lo terso, lo frágilmente duro. Efímeros, incalculables, el
tiempo y algo como la fatalidad los reiteran, idénticos y monótonos y perfectos.
Así, a lo muy largo de su vida Lucas ha puesto algunas docenas de
sonetos, todos excelentes y algunos decididamente geniales. Aunque el rigor y lo
cerrado de la forma no dejan mayor espacio para la innovación, su estro (en
primera y también en segunda acepción) ha tratado de verter vino nuevo en
odre viejo, apurando las aliteraciones y los ritmos, sin hablar de esa vieja
maniática, la rima, a la cual le ha hecho hacer cosas tan extenuantes como
aparear a Drácula con mácula. Pero hace ya tiempo que Lucas se cansó de
operar internamente en el soneto y decidió enriquecerlo en su estructura misma,
cosa aparentemente demencial dada la inflexibilidad quitinosa de este cangrejo
de catorce patas.
Así nació el Zipper Sonnet, título que revela culpable indulgencia hacia las
infiltraciones anglosajonas en nuestra literatura, pero que Lucas esgrimió después
de considerar que el término «cierre relámpago» era penetrantemente estúpido, y
que «cierre de cremallera» no mejoraba la situación. El lector habrá comprendido
que este soneto puede y debe leerse como quien sube y baja un «zipper», lo que
ya está bien, pero que además la lectura de abajo arriba no da precisamente lo
mismo que la de arriba abajo, resultado más bien obvio como intención pero
difícil como escritura.
A Lucas lo asombra un poco que cualquiera de las dos lecturas den (o en
todo caso le den) una impresión de naturalidad, de por supuesto, de pero claro,
de elementary my dear Watson, cuando para decir la verdad la fabricación del
soneto le llevó un tiempo loco. Como causalidad y temporalidad son omnímodas
en cualquier discurso apenas se quiere comunicar un significado complejo,
digamos el contenido de un cuarteto, su lectura patas arriba pierde toda
coherencia aunque cree imágenes o relaciones nuevas, ya que fallan los nexos
sintácticos y los pasajes que la lógica del discurso exige incluso en las
asociaciones más ilógicas. Para lograr puentes y pasajes fue preciso que la
inspiración funcionara de manera pendular, dejando ir y venir el desarrollo del
poema a razón de dos o a lo más tres versos, probándolos apenas salidos de. la
pluma (Lucas pone sonetos con pluma, otra semejanza con la gallina) para ver si
después de haber bajado la escalera se podía subirla sin tropezones nefandos. El
hic es que catorce peldaños son muchos peldaños, y este Zipper Sonnet tiene en
todo caso el mérito de una perseverancia maniática, cien veces rota por
palabrotas y desalientos y bollos de papel al canasto pluf.
Pero al final, hosanna, hélo aquí el Zipper Sonnet que sólo espera del lector,
aparte de la admiración, que establezca mental y respiratoriamente la
puntuación, ya que si esta figurara con sus signos no habría modo de pasar los
peldaños sin tropezar feo.
ZIPPER SONNET
Un Tal Lucas – Julio Cortázar
de arriba abajo o bien de abajo arriba
este camino lleva hacia sí mismo
simulacro de cima ante el abismo
árbol que se levanta o se derriba
quien en la alterna imagen lo conciba
será el poeta de este paroxismo
en un amanecer de cataclismo
náufrago que a la arena al fin arriba
vanamente eludiendo su reflejo
antagonista de la simetría
para llegar hasta el dorado gajo
visionario amarrándose a un espejo
obstinado hacedor de la poesía
de abajo arriba o bien de arriba abajo
¿Verdad que funciona? ¿Verdad que es —que son— bello (s)?
Preguntas de esta índole hacíase Lucas trepando y descolgándose a y de
los catorce versos resbalantes y metamorfoseantes, cuando héte aquí que
apenas había terminado de esponjarse satisfecho como toda gallina que ha
puesto su huevo tras meritorio empujón retro-propulsor, desembarcó procedente
de Sao Paulo su amigo el poeta Haroldo de Campos, a quien toda combinatoria
semántica exalta a niveles tumultuosos, razón por la cual pocos días después
Lucas vio con maravillada estupefacción su soneto vertido al portugués y
considerablemente mejorado como podrá verificarse a continuación:
ZIPPER SONNET
de cima abaixo ou jà de baixo ácima
este caminho é o mesmo em seu tropismo
simulacro de cimo frente o abismo
árvore que ora alteia ora declina
quem na dupla figura assim o imprima
será o poeta deste paroxismo
num desanoitecer de cataclismo
náufrago que na areia ao fim reclina
iludido a eludir o seu reflexo
contraventor da própria simetria
ao ramo de ouro erguendo o alterno braco
visionario a que o espelho empresta um nexo
refator contumaz desta poesia
de baixo ácima o ja de cima abaixo.
«Como verás», le escribía Haroldo, «no es verdaderamente una versión:
más bien una "contraversión" muy llena de licencias. Como no pude obtener una
rima consonante adecuada para ácima (arriba), cambié la convención legalista
del soneto y establecí una rima asonante, reforzada por la casi homofonía de los
sonidos nasales m y n (aciMA y decliNA). Para justificarme (prepararme un alibi)
repetí el procedimiento infractor en los puntos correspondientes de la segunda
estrofa (escamoteo vicioso, trastrocado por una seudosimetría también
perversa)».
A esta altura de la carta Lucas empezó a decirse que sus fatigas
zipperianas eran poca cosa frente a las de quien se había impuesto la tarea de
rehacer lusitanamente una escalera de peldaños castellanos. Trujamán veterano
estaba en condiciones de valorar el montaje operado por Haroldo; un bello juego
poético inicial se potenciaba y ahora, cosa igualmente bella, Lucas podía
saborear su soneto sin la inevitable derogación que significa ser el autor y tender
por lo tanto e insensatamente a la modestia y a la autocrítica. Nunca se le
hubiera ocurrido publicar su soneto con notas, pero en cambio le encantó
reproducir las de Haroldo, que de alguna manera parafraseaban sus propias
dificultades a la hora de escribirlo.
«En los tercetos», continuaba Haroldo, «dejo firmada (confesada y
atestiguada) mi infelix culpa dragománica (N.B.: dragomaníaca). El «antagonista»
de tu soneto es ahora explícitamente un «contraventor»; el «obstinado hacedor
de la poesía», un re-fator contumaz (sin pérdida de la connotación forense...)
desta poesía (de este poema, del Zipper Sonnet), Ultima signatura del échec
impuni: braco (brazo) rimando imperfectamente con abaixo (abajo) en los versos
terminales de los dos tercetos. Hay también un adjetivo «migratorio»: alterna, que
salta del primer verso de tu segunda estrofa («alterna imagen») para insinuarse en
el último de mi terceto segundo, «alterno braco» (¿el gesto del traductor como
otredad irredenta y duplicidad irrisoria?).»
En el balance final de este sutil trabajo de Aracné, agregaba Haroldo: «La
métrica, la autonomía de los sintagmas, la ziplectura al revés, sin embargo,
quedaron a salvo sobre las ruinas del vencido (aunque no convencido)
traditraduttore; quien así, "derridianamente", por no poder sobrepasarlas, difiere
sus diferencias (différences)...».
También Lucas había diferido sus diferencias, porque si un soneto es de por
sí una relojería que sólo excepcionalmente alcanza a dar la hora justa de la
poesía, un zipper sonnet reclama por un lado el decurso temporal corriente y, por
otro, la cuenta al revés, que lanzarán respectivamente una botella al mar y un
cohete al espacio. Ahora, con la biopsia operada por Haroldo de Campos en su
carta, podía tenerse una idea de la máquina; ahora se podía publicar el doble
zipper argentino-brasileño sin irrumpir en la pedantería. Animado, optimista,
mishkinianamente idiota como siempre, Lucas empezó a soñar con otro zipper
sonnet cuya doble lectura fuera una contradicción recíproca y a la vez la
fundación de una tercera lectura posible. A lo mejor alcánzala a escribirlo; por
ahora el balance es una lluvia de bollos de papel, vasos vacíos y ceniceros llenos.
Pero de cosas así se alimenta la poesía, y en una de esas quién te dice, o le dice
a un tercero que recogerá esa esperanza para una vez más colmar, calmar a
Violante.