jueves, 19 de marzo de 2009

Mientras tu ausencia sea el ejercicio de templaza en mi fe


Encontré un beso olvidado en medio de la nada. Al centro de todo. Un beso a ras de suelo. Tirado Caído... Un beso que mira zapatos con ojos abiertos sorprendidos de no encontrar mi boca. Un beso que se agarra a mi anteojo y mira mis labios suplicante desesperado.
(Abrí el estante de la cocina y encontré tu beso colgando del asa de la taza... Te he dicho tantas veces que sólo dejes besos bajo la almohada...!.Y fue al momento de esparcir el desodorante, ahí estaban tus besos asidos a mi pecho que me hacían cosquillas. Hoy fuiste la alegría de mi pie izquierdo. ¡Cómo se reían mis dedos haciéndose lugar en el zapato! Todo habría calzado bien, ¡pero ese beso travieso se fue pantorrilla arriba! Me iba pensando que uno de estos días me quedaría en casa para descubrir todos tus escondites. Entonces, abrí la puerta de calle... ¡y un montón de besos, jugando a ser niños, me cayeron encima! Besos de pájaros que siempre cantan. Besos de libélulas siempre Iluminando. Besos de gallo siempre de madrugadas. Besos de sábanas marcados en la ausencia... Besos de lágrimas en pétalos dolorosos...Bordados. Miro por la celosía. Llueve... y me iré desnudo esta mañana para no perder ninguno de los besos que encerraste en cada gota de agua.




Llueve...me despertó el árbol cargado de gotas que quería entrar por mi ventana. En cada una de ellas encontré tus besos. El ruido de la lluvia machaca en mis oídos... el rayo que brotó en sol esta mañana... esta tormenta sorpresiva... Los besos que se escurren por todos los rincones. Y estoy aquí... al centro de esta lluvia inesperada... húmeda para tus ansias... con un sol en cada mano. Buen día
amor, aunque no me escuches... Ya tomé los besos de la almohada.
Siempre me dejas besos escondidos por la casa...Son de todos los sabores, de todos los colores, de todas las formas y clases. Aunque a veces me desbesas solo recuerdo y guardo los besos que me diste.

Tengo besos de corales, de estrellas, de desiertos...de todos los climas, de todos los paisajes. Tengo besos de tus manos esparcidos en el cuerpo. Besos de tu amor tapizándome el alma. Nunca me termino de ir si me dejas besos escondidos por la casa. (Por eso a veces me ven tan cabizbajo...). Es que juegan alas escondidas, los busco, los encuentro, los guardo en mi corazón o los escondo en mi alma. Abrí el estante del día y se derramaron tus besos sobre mí ¡como semillas gozosas de ser cultivadas!
Yo no sé de pája: ok
Al momento de morder la manzana la boca se me lleno de tus besos. ¡Y comprendí de pronto toda la historia sagrada!!! Y eso que no soy católico.
Por la mañana me crecen ramas desde la garganta y el frondoso follaje se asoma y cae desde mis labios... presintiendo el trino, esperando el vuelo de tus besos por la casa. Con un vaso de agua me trago tus besos necesito ingerirlos para respirar y vivir.
Me bebo tu beso de agua y tiene sabor a anémonas blancas como un corazón de mañanas, de tardes gitanas... Shiiitsss....silencio....estoy pensando cómo devorar, pétalo a pétalo, una flor blanca, para darte besos de primavera en primavera besos que me entrego un mago de estrellas y desiertos. Besos de hierba buena. Besos de sauces y ciruelas. Besos de pinos silvestres. De estrellas. De gnomos. De hadas. De cuentos... mil lenguas de vino en mi boca arden, embriagan, se rozan.... Cabalgo tu poesía con ritmo de tormenta y arpegio de olas, naufrago en el mar de besos que esparces en mi vida.





Consulte a un farmacéutico para aprender a sostener en la memoria bucal los labios apenas heridos, apenas rozados, apenas soñados pero no supo que recetarme.
Visite una curandera y usé según instrucciones ungüento de anémonas blancas diluida en poesía en porción de cien por mil por labio, para enamorarte pero la bruja me estafo y no funciono. Seguí mi peregrinar hasta que comencé a sentir el momento de los besos largos Infinitos y alados, transportados por el aire, llegando a mi vida.
En esta mañana tus besos corren por la casa que conoces, que caminas, que transitas. Y esta mañana el desorden de la casa se acomodo con la dulzura de tus besos
Schiiitttsss, por favor... fue noche de juegos y ahora, cansados, tus besos duermen sobre mi piel. Schiiitttsss , por favor... no los despierten.
Mientras la gravedad de los ojos con que me miras aplaste mis actos y razones. Mientras la combustión de tu fuego termine incinerando cualquier otro sentimiento que no sea el de amarte. Mientras el cordón umbilical amarre fuertemente tu alma con la mía. Mientras las entrañas agoreras sean nidos donde habitan las mariposas que revierten tu vuelo en terciopelo. Mientras tu rostro sea el perfil de miles de caricias. Mientras tu aire sea el fuelle que alimenta a mis besos. Mientras tu sexo sea el puntal donde me apoyo- mientras tus manos sean el paréntesis donde me incluyes. Mientras tus letras sean punta de diamante donde tallas nuestros nombres en la cadencia de tus besos. Mientras tu ternura sea el compendio de mis penas. Mientras tu totalidad sea la completad que necesito. Mientras tus letras sean punta de diamante donde tallas nuestros nombres en la cadencia de tus besos. Mientras tu ternura sea el compendio de mis penas. Mientras tu totalidad sea la completad que necesito. Mientras tu ausencia sea el ejercicio de mi templanza en mi fe. Mientras tu existencia sea la razón de mí ser te diré que te amo con toda mi alma.

domingo, 8 de marzo de 2009


TERESA DE LA PARRA
IFIGENIA: DIARIO DE UN SEÑORITA QUE ESCRIBÍA PORQUE SE FASTIDIABA



Escritora venezolana de principios del siglo XX, sólida presencia femenina en las letras criollas. Autora de “Ifigenia: Diario de una señorita que escribía porque se fastidiaba”, “Memorias de Mamá Blanca” y otras obras de menor extensión. De su puño queda un completo epistolario y el diario de sus últimos años de vida, profundamente afectados por la enfermedad que la arrastró a la muerte a la edad de 46 años.

La autora mezcla en esta controversial novela tres elementos que la inmortalizaron: una dura crítica social hacia la situación de las mujeres de su época, el talento para retratar sólidos personajes de una psicología profunda, y un lenguaje refinado, expresivo.


“Todo ello, aderezado con el límite sutil de la ficción y la realidad de su internado en Europa y su posterior llegada a una Caracas aún colonial, desembocan en el premio de la Casa Editora Ibero-Franco-Americana de París (1924), la publicación en francés de Ifigenia dos años más tarde, y una ola de críticas favorables y adversas en cuanto a su obra. Escritora venezolana de principios del siglo XX, sólida presencia femenina en las letras criollas. Autora de “Ifigenia: Diario de una señorita que escribía porque se fastidiaba”, “Memorias de Mamá Blanca” y otras obras de menor extensión. De su puño queda un completo epistolario y el diario de sus últimos años de vida, profundamente afectados por la enfermedad que la arrastró a la muerte a la edad de 46 años.

La autora mezcla en esta controversial novela tres elementos que la inmortalizaron: una dura crítica social hacia la situación de las mujeres de su época, el talento para retratar sólidos personajes de una psicología profunda, y un lenguaje refinado, expresivo.


“Todo ello, aderezado con el límite sutil de la ficción y la realidad de su internado en Europa y su posterior llegada a una Caracas aún colonial, desembocan en el premio de la Casa Editora Ibero-Franco-Americana de París (1924), la publicación en francés de Ifigenia dos años más tarde, y una ola de críticas favorables y adversas en cuanto a su obra.



Fragmentos
Pues yo por el contrario, no me escandalizo de nada, porque tengo un alma profundamente “naturista” y adoro con ella la verdad sencilla de las cosas. (...) Yo creo, por ejemplo, con entera certeza, que el pudor es el único responsable de que exista el impudor (...) Y si no dime: ¿se visten las azucenas, tía Clara? ¿se visten? ¿Se visten las palomas? Y ya ves cómo sin vestirse predican la pureza y son el símbolo de la castidad. El vestido es la causa del impudor. Si las palomas se vistieran, nos escandalizaríamos al verlas volar, porque levantarían probablemente su vestido con el movimiento de las alas, y esto desde abajo haría un efecto muy indecente. Pero como nunca se visten, son siempre igualmente pudorosas, es decir, que han tenido el talento de hacer puro el impudor, y ese talento lo poseen ellas sencillamente, porque hasta sus oídos no han llegado rumores todavía de que exista la moral. Si nosotros hiciéramos también como las palomas y como las azucenas, seríamos tan puros como ellas. El origen lógico del vestido, su objeto práctico, es preservarnos del frío o bien cubrir y disimular la inarmonía de líneas” ...
Todo ello, aderezado con el límite sutil de la ficción y la realidad de su internado en Europa y su posterior llegada a una Caracas aún colonial, desembocan en el premio de la Casa Editora Ibero-Franco-Americana de París (1924), la publicación en francés de Ifigenia dos años más tarde, y una ola de críticas favorables y adversas en cuanto a su obra.
* * *
... “me afligía muchísimo más todavía el pensar que yo había trabajado sin tregua leyendo y estudiando, a fin de instruirme, y adquirir así un nuevo adorno o atractivo, el cual en lugar de ser tal adorno o atractivo, resultaba de repente, según acababa de declarar rotundamente Leal, una condición desventajosa, feísima y chocante en una mujer: ‘¡la mujer bachillera!’
(...)
y ahora, para poder gustar a Leal: ¿cómo limpiar mi cabeza de esta barahúnda de lecturas acumuladas en más de dos años, las cuales, a modo de informe nebulosa, flotarán eternamente en ella?
(...)
me di a considerar que al fin de cuentas, la ignorancia era muchísimo más liberal que la sabiduría, puesto que de un ignorante se puede hacer un sabio, mientras que de un sabio no puede hacerse jamás un ignorante. Entonces, sentí durante un minuto la nostalgia de las cosas irremisiblemente perdidas" ...