jueves, 26 de junio de 2008

La Absurda Soledad






Francisco Arfilio Ramízez Z.
La Absurda Soledad








Poemario impreso en la imprenta de Luz en 1963




Sales al paso de mi sombra


Sales al paso de mi sombre,
vienes quizás como la brisa
a llenar de lágrimas mis ojos
cuando tu sombre peregrina pasa
sobre el perfil sin luz de mi tristeza,
cuando ya amanece mi esperanza
y el beso de mi boca no te besa.

Sales al paso de mi sombre,
vienes quizás como el silencio
a enmudecer la sangre de mis venas,
cuando se muere el último suspiro,
cuando ya desenredé la espuma
y el propio sol se me apagó en el pecho.

Sales al paso de mi sombre,
vienes quizás como la ausencia
a poblar de gritos la distancia
cuando tu nombre no alumbra mi camino,
mi transida emoción ya nada espera,
cuando no queda en mi para ofrecerte sino el recuerdo de tu sombra ausente.
______________________________________________________________________





Coplas de querer te quiero


Te quiero. Y te quiero tanto
que hasta sin querer te quiero,
y cuando quiero querer
solamente a ti te quiero.

Por eso, como te quiero
sin que me quieras te quiero:
¡me basta para quererte
querer quererte y te quiero!

¡Ay, como fuera el querer
si como yo me quisieras!
¡como sería mi quererte
si hasta sin querer te quiero!

Mi querer es com el viento
que sin querer va corriendo,
es como el cielo el querer,
como la estrella el te quiero.

No quiero quererte tanto
porque de querer me muero,
pero sin querer quererte
sigo queriendo y te quiero.

Y vivo por que te quiero
y sin quererte me muero
¡ay, ya no sé, ya no sé
Hasta cuanto yo te quiero!

jueves, 19 de junio de 2008

"de mi boca destruyen imperios, solo dejan cenizas..."


23 marzo
Carta sin remitente
Mcbo, 05-10-2006


Mi estimada; Tu, solo tu.
Sin remitente

I

Entonces en realidad me canso de todo
y de nada
Del salto y mi calma, del dia
y la noche
De pronto se abre mi pecho y mi sangre
es tinta
Vierto mi ser en lineas azules grito
y aguanto

II

Lo se, se va y no viene la razon
partio
Lo se, y vine porque tal vez no lo
veo
Lo se, no sirve ya en la oscuridad no
estoy
Lo se, parti y me veo en mil espejos y
lo entiendo

III

Te miro, y me veo triste y viejo,
Te miro, y lo admito te quiero,
Te miro, y te veo, pero te odio,
Te miro, y armo en lo infinito de mi ser,



La vida…



IV
(Operaciones Basicas)

Divido la vida, resto la mia a la tuya

sumo mis sueños, y multiplico pensamientos

V

Logro ver los espejos de tus ojos
Y otra vez veo nada

VI

La siento lejana
La envie al pasado
No se donde estoy, pero no perdido
Y derrumbo palabras, con paredes escasas
Y tengo palabras para decir: te quiero
Y me sobran palabras para decir: lo siento

VII

no, no, no, no, no, no, no, no.

VIII

Miro al cielo partirse
y caen pedazos de luz en mi alma,
pecador antes de nacer,
pecador después de morir.

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Me enredo en palabras infantiles
que solo ahogan mi alma, palabras malignas
que gastan mi ser y que al salir
de mi boca destruyen imperios,
solo dejan cenizas.

XXI

Decido no soltar mis palabras
Y derrumbo
un cielo.
Quemo angeles y mato santos.

Horacio Gustavo (Maracaibo -venezuela)

sábado, 14 de junio de 2008

De la noche retiro la piel...





Hay que construir los vientres,
dejarlos abandonados en

el iris del acertijo.


-------r -------------------------------las ranuras
------e ---------------------------------al ópalo de la barba
-----v --------------------- ---------------para callar con él
----l --------------------------------------------lo contado.
---o--- ----------------------------------------------
--v---------------------------------------------------
-e--------------------------------------
D------------------------------------------


---





---------------
XVI

Así, como me sonríe la luna,
disuelta en el vaho de su burla,
pareciera fauno que…
QUE
U
E
en estas ramas
marchitas
con las que te borde
no hay espacio para tu s
------------------------------- o
--------------------------------m
--------------------------------b
--------------------------------r
--------------------------------a

ni bosque para mi muerte.




Homólogos
Mario Alberto Barboza ( maracaibo venezuela)

viernes, 13 de junio de 2008

Gustavo Dudamel dirige concierto a la Divina Pastora

En un país alegre, donde hay talento !!!!tributo al virgen de la candelaria,concierto dirigido por Gustado Dudamel acompañada por el coro de manos blancas, y la orquesta sinfonica de Barquisimeto...excelente!

lunes, 9 de junio de 2008

"Vi en tus manos las piedras que arrojaste a la noche!

HESNOR RIVERA, Nace 1928 . Fue Licenciado en letras( Luz) ,Periodista , profesor Universitario y escritor .utilizo el seudónimo de Diógenes, destacado poeta, fundo el grupo Apocalipsis, viaja por tierra a Chile a través de Colombia , Ecuador y Perú en distintos transportes y en diversas condiciones. En Chile inició estudios de filosofía y letras, se vinculó con los poetas de Mandrágora y sus experiencias surrealistas, fue cantante de bolero en El Farallón. Regreso a Maracaibo donde escribió Ciudad y Apocalipsis, emprendió nuevo viaje hacia Colombia donde en la casa de Juan Sánchez Peláez escribió en una sola noche su célebre poema Silvia el 23 de Enero de 1958 . En el 1955 fundaría el grupo Apocalipsis con jóvenes poetas la mayoría estudiantes del liceo Baralt , que se reunían en el bar. Piel Roja. Llevaron en efecto la renovación de las letras en la ciudad, lo cual significó una ruptura con las tradición poética udonperiana, además ingresa como reportero el diario Panorama, viaja a París, Alemania. En 1964 decide estudiar en LUZ letras, donde al egresar quedo como profesorHa publicado doce libros de poesía, dirigió el programa radial Hesnor Rivera, La palabra y la Sombra, recibió muchos premios: CONAC, Premió regional de Literatura Jesús E Lossada, Las condecoraciones Orden Andrés Bello, Francisco de Miranda Entre otras.






SILVIA


Las mujeres que me amaron
De seguro han muerto.
Ellas pertenecían a una raza distinta.


La atmósfera de llama necesaria a sus cuerpos
Desapareció una noche con los astros.
Y sólo pueden ahora reposar sus cabelleras
Sobre la ilusión de resplandor sagrado
Que es la lejanía.
En el tiempo del sol
Yo podía reconocerlas
Por el solo movimiento de sus sombras.
Entonces me invadía el ímpetu
De correr descalzo sobre el agua transparente.

Y eras tú, Silvia-nada más que tu mirada mágica
-Quien lograba abrillantar la arena
Donde me tendía para huir de la noche.
Eras tú quien al pasar hacía
Recobrar su juventud llameante a cada parque.
Y al abandonarnos al embrujo de las calles más altas,
Frente a las ventanas oscuras,
Eras tú quien invocaba y ponía a nuestros pies
Los habitantes de la sombra.


Una noche enterraste en el césped una perla.
Fue en homenaje a los hermosos días de diciembre.
Y cuando percibiste la presencia
De los vagabundos que espiaban nuestra ofrenda,
Postergaste el nacimiento del árbol que nos uniría.


Desvaneciste la posible rosa,
Cuyo aroma igualaría en peso
Y consistencia a nuestra sangre.
Porque a partir de entonces-a partir de aquel gesto-,
Tú me hubieras ayudado a salvar
Esta doble apariencia que nos aprisiona.
Este doble llamado que nos requiere a un tiempo
Y nos deja inmóviles en el mundo vacío de sus diferencias.

Después vi en tu rostro por primera vez el llanto.
vi en tus manos las piedras que arrojaste a la noche¡el mundo estaba solo!
Me hablaste de los seres desaparecidos.
De los mares desaparecidos.
De ciertas estrellas como única mansión

En donde muerte y vida, amor y odio
Eran hechos que lograban apenas amenizar la caída
De una tarde.

Y fuimos desde entonces fantasmas
-nada más que fantasmas-,
Tú me amaste, Silvia
Yo amé en ti
El desafío a la sombra que se antepone al bosque.
El desafío al bosque que se antepone al cielo.
Nos amamos t era allí en el amor donde comenzaría
Esta desaparición que nos anula.
Tú habrás desaparecido.
Estarás en tu raza,
En tu astro donde sopla la llama.


Sin embargo sé que existes aún. Sé que existes.
He vuelto a contemplar los árboles.
A palpar las flores.
He caminado mucho porque un día,
Lo sé bien –en un mar que no conozco,
En la gran lejanía hecha como está de arena azul,
De pequeñas piedras y frutos que han caído-,
En un amanecer fuera de tiempo He de verte,
He de oírte cantar desde tu vida.
Sé que existes.

+Y un día serás tú Silvia,-nada más que tu mirada mágica
-Quien logre abrillantar la arena dolorosa que me hago,
Quien haga recobrar su juventud llameante
Al parque más antiguo del mundo que ahora soy.
De lo contrario sabrás que soy del mundo
Y habré de maldecirte y estaré llorando,
Porque el odio me entregará a la noche que me llama
Para nutrir conmigo sus túneles hambrientos

sábado, 7 de junio de 2008

Verdi - Traviata

es un pieza de opera del señor verdi... en una especial animacion con plastilina

lunes, 2 de junio de 2008

El Alma

JULIO GARMENDIA

Escritor venezolano. Nació el 9 de Enero de 1898 en la hacienda "El Molino", cerca de El Tocuyo en el Estado Lara. Rafael Garmendia Rodríguez y Celsa Murrieta. Fue uno de los alumnos fundadores del Colegio "La Salle". En 1909 publica un pequeño ensayo en el diario "El Eco Industrial". En 1914 cursa estudios en el Instituto de Comercio de Caracas, los cuales abandona poco tiempo después para trabajar como redactor en el Diario "El Universal". Se relaciona con integrantes de la llamada generación del 28. Como diplomático, trabajó en la Legación de Venezuela en París, luego fue Cónsul general en Génova, en Lopenhaque y Noruega desde 1923 hasta 1940. Anterior a este viaje, escribió "La Tienda de Muñecos" (1927) siendo considerado el introductor del realismo fantástico en la ficción hispanoamericana a través de este libro. Desde los años cincuenta su obra comenzó a ser revalorizada. A través del cuento fantástico, el cual cultivó en sus dos siguientes colecciones de relatos, La tuna de oro (1951) y La hoja que no había caído en su otoño (1979), reaccionó contra la ficción del modernismo y criollismo. Realizó estudios críticos y asedios a los temas de su escritura, los cuales fueron reunidos en los volúmenes Opiniones para después de la muerte (1984) y La ventana encantada (1986). Falleció el 8 de Julio de 1977, en Caracas.




EL ALMA
(de La Tienda de Muñecos)
I



Qué viene a BUSCAR el Diablo en mi aposento? ¿Y por qué se toma la molestia de tentarme? Me permito creer que es cuando menos una redundancia y una inconcebible falta de economía en la distribución de tentaciones entre los hombres, el hecho de que se me acerque Satán con el objetivo de rendirme a su poder. Nunca requerí su presencia para caer en el pecado. En cambio, seguramente viven a estas mismas horas personas suficientemente virtuosas para que pueda el Maligno ocuparse con fruto en inducirlas a pecar. Existen sin duda muchas gentes honradas que muy bien pudieran ser dignas del Diablo…
En estas reflexiones me había engolfado, viendo cómo rondaba el Maligno alrededor de mi aposento. No se atrevía a penetrar todavía, pero acercábase a la ventana y enviaba hacia adentro miradas llenas de ternura e interés. Satán, no cabía duda, procedía conmigo a la manera que con una doncella a quien temía asustar y correr para siempre si le hacía violentamente sus proposiciones. Quise, pues, adelantármele, fui a llamarle y le hice entrar. Comprendió al punto la verdadera situación en que se hallaba y tomó asiento a mi lado sin inmutarse en lo mínimo.
-Caballero – me dijo-: aspiro a compraros vuestra alma.
No podía comprenderme su propuesta, porque bien sabía ya que se ocupaba él desde mucho tiempo atrás en esta clase de transacciones.
-¡Ah, caballero! –le dije- con cuánto gusto accedería a vuestra demanda! Pero, decidme, ¿acaso estáis seguro de que tenga alma?
-No, por cierto –me respondió-, y antes de cerrar el pacto tendríamos que averiguarlo a punto fijo. Trátase de una compraventa y cualquier abogado, aunque no sea de los más notables, os dirá que para que una cosa pueda venderse o comprarse, es preciso que exista. Averiguaremos si lleváis alma en vuestro cuerpo (porque hay muchos que no la tienen) y, en caso afirmativo, no temáis vendérmela en seguida.
-Tampoco temería vendérosla si no la tuviera. Y lo haría sin sombra de escrúpulo, porque, no poseyendo alma perdurable, ¿cómo podría castigarme en otra vida por una mala acción?
-Caballero –repuso el Maligno-: formalicemos nuestro negocio. Oíd: viviremos ambos como amigos y camaradas inseparables durante cierto tiempo, y, mientras tanto, os observaré cuidadosamente para ver si descubro en vos indicios de un alma libre y soberana.
Le estreché la mano con efusión.
-Si queréis –le dije- desde luego podemos empezar nuestras correrías y ver si nos presenta el azar circunstancias extraordinarias y trances excepcionales en los cuales haya ocasión de darse a conocer una alma verdaderamente inmortal.





II



-¿Podrías decirme, amigo Satán, si habéis descubierto un alma dentro de mí? Si la habéis hallado, decídmelo en seguida para que juntos determinemos su valor; y si creéis que no poseo ninguna, no temáis decídmelo francamente, porque no me ocasionaréis con ello ningún disgusto ni mucho menos me creeré ofendido porque me digáis desalmado, al contrario, el no poseer alama ninguna me libraría de infinitas preocupaciones y responsabilidades molestas. Nuestro cuerpo es inofensivo y no pretende pasar de la tumba. Pero el alma nos expone a mil peligros e incertidumbres. Por lo pronto, la sola probabilidad de tenerla me hace ya andar en vuestra compañía.
-Amigo mío –me contestó Satán, poniéndose amistosamente la mano sobre el hombro-: me veo en la obligación de manifestaros, después de tantos ensayos y experimentos infructuosos, que aún no he podido averiguar con certeza si poseéis en vuestro cuerpo esa esencia inmortal. La averiguación del alma es asunto difícil y sólo dispongo de un medio que permita esclarecerlo en seguida. Es el siguiente, que os propongo como el mejor y más expedito, y cuyos inequívocos resultados estoy seguro: os daré muerte (el género de muerte que queráis escoger) y pasado brevísimo tiempo os haré revivir mediante mi poder satánico y volveréis a ser idénticamente el mismo. El procedimiento, como podéis apreciarlo, es muy sencillo: durante el tiempo que permanezcáis muerto, si tenéis alma, esta se expandirá en infinitas perspectivas extraterrenas y visiones celestes e infernales, de las cuales os acordaréis perfectamente después mediante una fórmula mágica que yo tendré cuidado de pronunciar al volveros a la vida. Si, por el contrario, carecéis de alma perdurable después de la muerte, ésta se reducirá para vos a un sueño denso del que no conservaréis memoria. En cuanto a los medios más adecuados para daros muerte, opino que es preferible la cómoda estrangulación, procedimiento que no requiere instrumento alguno ni aparato alguno.
Acepté el ingenioso expediente imaginario por Satán, quien me estranguló de manera afectuosa, en medio de la amistad más cordial y el compañerismo más estrecho, una noche del mes de enero, en el rincón de una plaza pública, a la sazón desierta bajo la luna clara y redonda. Recuerdo con exactitud minuciosa el sitio del crimen, a pocos pasos dormitaba un guardia envuelto en su gran capucha negra, y tuve el placer de dejarme estrangular a la vista de un guardia público, sin rebajarme a pedirle socorro.
-Os recomiendo encarecidamente mi cadáver. Miradlo con ojos paternales y cuidad de que no se estropee el rosto, pues ya lo fue bastante por la impía Naturaleza, con grave atropello de la perfección física.
Tales fueron mis últimas voluntades. Al extinguirme a manos de Satán, mi mirada recayó al azar en el claro disco de la luna, donde quedó fija hasta que perdí el conocimiento.





III



-Espero ansioso vuestro relato de ultratumba- fueron las primeras palabras que oí de Satán al volver de aquel sueño en el que nada me había sido dado contemplar ni sentir: seguramente por haber muerto con la mirada fija en la luna llena, mi permanencia en el reino ultramundano se redujo de manera lastimosa a ver una infinidad de globos que no expresaban ningún ingenio ni mucho menos podían ser indicios por donde se coligiera la presencia de un espíritu soberano.
-No cabe duda –razonaba yo en tan críticos instantes- que ha sido éste fallecimiento estúpido, propio más bien de alguien que hubiera muerto de fiebre delirando con globos de colores. ¡Ah, no! Satán no se desternillará de risa oyéndome contar semejantes sandeces, indignas y groseras manifestaciones del espíritu inmortal que indudablemente me anima. Porque ahora, después de este importante experimento y de tanto otros en que he dilapidado el tiempo y arriesgado la existencia, soy de opinión que no debo permanecer indiferente a los resultados, sino que antes bien hacerme pasar como poseedor de un alma preciosísima, para resarcirme de este modo, con lo que Satán me entregue en cambio de ella, de las pérdidas cuantiosas que debo estar sufriendo en mis negocios durante el largo tiempo que llevo desatendiéndolos por andar con el Maligno en la averiguación de mi alma. Tanto tiempo más cuanto que muy bien pudiera ser el propio Satán me haya adormecido fraudulentamente el espíritu perdurable, a fin de persuadirme de mi inferioridad y decidirme a venderle a precio vil un alma poco significativa.
Pero ya no era posible coordinar nada, y la voz del Maligno me apremiaba a contarle el resultado.
Resolvíme, pues, a abrir los ojos.
-Quisiera tener algún tiempo para coordinar mis ideas y mis recuerdo ¡oh Satán! –le dije- porque he visto cosas inverosímiles que no me atrevo a narrar en un lenguaje improvisado e inelocuente. Os prometería componer en breve una interesante memoria, que sometería a vuestro criterio y en la cual os narraría hasta los íntimos pormenores. Pero como seguramente estáis ya harto de este asunto, que os ha retenido bastante tiempo y que para vos debe carecer de novedad, os diré a grandes rasgos lo sucedido. Apenas muerto, pude ver astros que se alineaban en dos filas, como una soberbia iluminación para el paso de alguna gran Potestad. A poco me sentí impulsado por una fuerza desconocida y (cosa a que jamás me hubiese atrevido sin la intervención de un poder ajeno a mi voluntad) recorrí de manera lenta y ceremoniosa aquella galería astral y aun tuve calma para observar que detrás de mí, las luminarias íbanse apagando sucesivamente a mi paso. Al final de la galería se abrió de pronto una puerta de oro macizo que arrojó hacia fuera una gran bocanada de luz aún más intensa. Por aquella preciosa Puerta apareció un Pontífice (así por lo menos lo supongo en mi ignorancia) que avanzó dos pasos hasta encontrarse conmigo. Tomándome de la mano, me condujo a la Puerta y me mostró algo que seguramente debía ser admirable, pero que yo no pude ver a causa de la luz excesiva que reinaba en el recinto. Luego me atrajo suavemente e imponiéndome ambas manos sobre la cabeza se disponía a consagrarme sabe Dios de qué cosa; pero en aquel instante recordé bruscamente que no debía permitirme que se me consagrara en lo mínimo, en vista de nuestro pacto satánico. A la vez recordé en el propio instante que os había en situación difícil, con un cadáver a pocos pasos de un guardia público, y que éste despertaba de pronto, para poneros en salvo os veríais en el caso de abandonar mi cadáver, el cual sería desdorosamente conducido a un hospital cualquiera. Así, pues, me dejé caer violentamente al suelo y me escurrí por entre las faldas del gran sacerdote, momentos en que éste tenía puestos los ojos en blanco por hallarse en éxtasis para atraer con su fervor la divina bendición sobre mi cabeza. El paso por debajo de aquel gran sacerdote fue largo y penoso, y solo puedo deciros que durante el trayecto nada me indujo a recordar la ambrosía. En carrera fantástica llegué hasta aquí y penetré rápidamente en mi cuerpo, cuya boca, dicho ser sin intención de reprochároslo, os habíais olvidado de cerrar convenientemente,
Me incorporé sin dificultad y proseguí de este modo:
-Debo ahora manifestaros, ¡oh Satán!, la gratitud imperecedera que os guardo por haberme puesto en circunstancias apropiadas para comprobar patentemente que me hallo en posesión de un alma inmortal. Gustoso comparto ahora con los creyentes la desdeñosa lástima que les inspiran los materialistas y los impíos, que nunca gozaron el soberano orgullo de saberse dueños de un espíritu perdurable. Puedo regocijarme, además, de saber que esta alma no es en modo alguno un alma adocenada y de poca monta, sino antes bien un espíritu que goza de especial estimación en el reino de los ultraterreno y que, por consiguiente, es verdaderamente inapreciable. Me sentiría, pues, singularmente rebajado si consintiera en vendérosla por una suma cualquiera.
Satán me hizo notar que yo estaba comprometido formalmente a venderle el alma que tuviera.
-Considerad –me dijo- que un hombre de espíritu tan elevado como es el vuestro, seguro decís, no puede faltar a la palabra empeñada.
-¡Cuán cierto es eso! –le dije-, ¡oh, Satán! Pero yo no he pensado en quebrantar la palabra empeñada. Si rehuso cederos mi alma por dinero, es porque, siendo tan digna y preciosa, la considero invalorable. Pero no tengo ningún inconveniente en cambiárosla por algo que sea igualmente sin precio. Os cederé, pues, si me dais en cambio el don de mentir sin pestañear. Privado en delante de toda alma y habiendo perdido ya de antemano el cielo, puede ser, sin embargo, que este pequeño don que os pido me sirva para hacerme con el tiempo de otra alma y otro cielo.
Satán se regocijó en extremo con esta noticia y me manifestó que, como señalada prueba de confianza y amistad, me había ya concedido de antemano el don que le pedía…
Así que no tuvimos nada más que tratar y continuamos nuestro paseo de aquella noche bajo la luna que iluminaba como una gran lámpara el jardín. Hablábamos de cosas indiferentes. Cuando pasamos junto al guardia, que seguía durmiendo profundamente, le decía yo a Satán estas palabras:
-Lamento no haber traído de mi celeste correría, como se acostumbra después de un viaje, algún pequeño recuerdo o reliquia. Por ejemplo, varios pedazos de oro arrancados de aquella preciosa Puerta. A mi regreso, parientes y amigos se hubieran disputado con fervoroso ardor, porque son sumamente cristianos, y todos de gran piedad…